Cuando las leyes sobre armas sustituyen a la seguridad y la preservación de la preciosa vida, ya no somos una sociedad civil. Debemos empezar a dar más valor a la vida humana y a las víctimas que son resultado de un arma que tiene el poder de hacer que un niño sea irreconocible para sus familiares.

Pensar que un niño sólo podría ser reconocido por los zapatos que llevaba en sus pies como resultado del daño causado por un rifle AR 15 es algo que ninguna madre debería experimentar. Al oír hablar del poder destructivo de esta "ametralladora", recuerdo la imagen de Emmit Till, y las valientes acciones de su madre para mostrar los horrores del asesinato de su único hijo.

Un arma como esta, tiene un solo propósito, destruir todo a su paso. ¿Cómo podemos, como nación, justificar un arma de destrucción masiva como una forma de protección? Nuestras leyes están llenas de contradicciones. ¿Un joven de 18 años puede comprar legalmente un arma de destrucción masiva, pero no puede comprar licor? No pueden conducir un vehículo de motor sin una licencia y formación, y sin embargo pueden comprar un arma en una tienda de artículos deportivos sin ninguna confirmación de la capacidad de una persona para tomar decisiones acertadas al manejar un arma que tiene la capacidad de matar a la gente rápidamente, y en cantidades masivas. ¿Son estos los tipos de deportes que queremos practicar como nación? Donde nuestros niños son los objetivos, y sus educadores son el escudo de protección.

Los agentes de policía eran muy conscientes de lo destructivas que son estas armas y temían entrar en las aulas donde los niños suplicaban ayuda. Debemos decir a nuestros funcionarios electos que no toleraremos más su cobardía y su abandono de nuestros preciosos niños y de nuestros valientes educadores.

Una y otra vez, los maestros son llamados héroes porque murieron tratando de salvar a sus estudiantes de actos de violencia sin sentido, sin embargo, los EE.UU. tiene la mayor incidencia de este tipo de eventos catastróficos en el mundo, y no se hace lo suficiente para evitar que esto ocurra de nuevo.

Como estadounidenses debemos preguntarnos si éste es el legado que queremos dejar a nuestros hijos. Si no es así, debemos actuar para lograr un cambio. Nuestros preciosos niños y sus heroicos educadores se merecen algo mejor.


Esther Mateo-Orr, especialista en equidad y antigua profesora de Chapel Hill-Carrboro City Schools.  

Esther Mateo-Orr